LA FIESTA INCA DE INTI RAYMI
Inti Raymi: fiesta del sol incaica. Celebrada por
el pueblo andino constructor de Machu Picchu en el
solsticio invernal del 24 de junio. Inti y su fervor
solar aseguraban la continuidad y renovación de la vida;
sus benéficos rayos propiciaban las buenas cosechas y la
salud, por tanto, de hombres y animales. Festividad como
comunicación entre lo humano y la divinidad bienhechora.
Fiesta en las alturas montañosas de los Andes donde lo profano
y lo sagrado se unen, reconcilian. Todas las fotos que se
muestran aquí en una galería fotográfica para ampliar, fueron
obtenidas por el periodista argentino Iair Kohn durante
la última celebración del Inti Raymi en las explanadas
de Sacsahuamán,
cerca de Cuzco. Luego, en este momento de Fiestas populares
de Temakel, un texto de Jesús Callejo,
autor de Las fiestas sagradas, a guisa de breve recreación
del espíritu festivo de la incaica adoración del sol.
Los dos festivales primordiales del mundo incaico
dentro de su calendario sacerdotal era el Capac-Raymi ( o Año
Nuevo), que tenía lugar en diciembre, y el Inti Raymi. En la
primera fecha se llevaban a cabo ritos directamente vinculados a las
iniciaciones de la pubertad de los muchachos de noble linaje. Entre
(ingestiones) de chicha, se realizaban competiciones, danzas y hasta una
batalla simulada. Se ejecutaba una carrera ritual donde los atletas
corrían en dirección al monte sagrado de Huanacauri.
El otro extremo solsticial se celebraba cada 24 de
junio el Inti Raymi ( o la Fiesta del Sol) en la impresionante
explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco. La ceremonias se
dedicaba a la adoración del Sol porque era él quien hacía que los
campos fuesen fértiles. Era una fiesta dedicada a la creación del
fuego nuevo, con sacrificios de animales incluidos (en concreto,
llamas). La efigie de Inti, la deidad solar principal de los
incas bajo la forma de un disco de oro con rasgos humanos, era colocada
en los templos frente a una puerta que se orientaba hacia el Levante
para que reflejase los albores del amanecer. Justo en el momento de la
salida del astro rey, el Inca elevaba los brazos al sol y exclamaba. !Oh,
mi sol! !Oh, mi sol! Envíanos tu calor, que el frío desaparezca. !Oh,
mi sol! En medio de la expectación general, mientras el
sol iluminaba las cimas de las montañas, la multitud entonaba a coro
sus cantos de alabanza. De rodillas, con los brazos en alto, miles de
voces se fundían en un excelso cántico acompañado con los acordes de
cientos de instrumentos musicales.
Este gran festival (que antaño duraba tres días)
se sigue practicando y representando hoy en día para conmemorar la
llegada del solsticio de invierno con un claro tufillo turístico. Los
habitantes de la zona se engalanan con sus mejores prendas al estilo de
sus antepasados quechuas y recrean el rito inca tal y como se realizaba
(más o menos) durante el apogeo del Tahuantisuyo. Bajo la
férula de los conquistadores españoles, a esta fiesta de Inti Raymi
se le dio un carácter secreto haciéndola coincidir con el día de Corpus
Christi. (*)
(*)
Fuente: Jesús Callejo, Fiestas
sagradas. Sus orígenes, ritos y significado que perviven
en la tradición de los pueblos, Ed. Edaf., pp.50-51.
Todas las fotografías pertenecen a Iair Khon
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