Fiesta Casabindo

 

  

 

LA FIESTA DE CASABINDO 

 

Corrida de toros en la puna jujeña, durante la Fiesta de Casabindo (foto de página de difusión turística de la provincia de Jujuy en Argentina).

 

     Para celebrar a la Pachamana, diosa incaica de la tierra, y a Nuestra Señora de la Asunción, el 15 de agosto de todos los años se celebran la Fiesta de Casabindo. Casabindo es un pequeño pueblo situado a 3900 metros de altura, a 148 kilómetros de Humahuaca, en la provincia de Jujuy, República Argentina. Allí, junto a la iglesia brilla una plaza muy especial. Durante la festividad, este solar se convertirá en el escenario de procesiones. Y de una corrida de toros...

   La fiesta se inicia con una procesión precedida por la banda de música. Luego avanzan los samilantes (cuerpo de bailarines con plumas de avestruz y cascabeles en sus rodillas), las cuartetas (mujeres de edad con cuartos de cordero). Al final, se muestran tres niños, dos de los cuales  imitan a caballos y simulan perseguir al tercero que transporta en su cabeza una suerte de muñeco en forma de toro. Y, luego del mediodía y del almuerzo, comienzan las corridas.

  Pero en estas corridas los enérgicos y solares animales astados no morirán. El único propósito de los toreros es arrebatar una cinta de terciopelo festoneada con monedas de plata que se cimbronea entre los cuernos del vigoroso taurino. Los "toreros", en algunos casos, lucen vestimentas especiales; en otras oportunidades, los lugareños exhiben su atuendo habitual. Y, al momento de azuzar a los irascibles vacunos, resplandecen también las conocidas capas rojas. Los tropiezos y caídas de los improvisados y valientes toreros siembran alegría entre el entretenido público.  

    La fiesta del pueblo de Casabindo fue capturada en imágenes por un famoso documental, "Casabindo", realizado por Jorge Preloran, quien, en la actualidad, es estimado como uno de los máximos documentalistas argentinos. 

   

  E.I

 

CASABINDO

Por Olga Autenchlus Maier


   Casabindo está de fiesta. Una vez al año sus calles, de pueblecito puneño se alegran; porque el 15 de agosto atrae la atención de lugareños y forasteros que quieren celebrar la Asunción de la Santísima Virgen, Patrona del lugar.
  Desde los Salinas Grandes con su "inmenso mar blanco"; desde más allá de la laguna Guayatayoc, desde dos o tres jornadas de distancia al oeste de Cochinoca: desde Abra Pampa... desde los cuatro puntos cardinales van llegando los que se han "promesado"; las que traen sus imágenes "para pasarles fiesta"; los vendedores de sal o de otras mercaderías que han de "cambiar" en lo que otros compradores "han de mingar".
   Los miembros de la Comisión Pro-Templo prepararon lo necesario. y que no es otra cosa lo dedicado a la Santísima Virgen en su fiesta litúrgica, precedida de un novenario y terminada con las corridas de toros, "el toreo", que tiene, en el pensar y sentir de los lugareños, carácter de ofrenda y oración. Se limpia la iglesia, se arreglan las imágenes, vistiéndolas con ropas adecuadas y poniéndolas en sus andas. Se adornan con flores hechas de papel de variados colores. Es mucho el movimiento, y las opiniones son tantas cuantos miembros de la Comisión. Mas, una vez puestos de acuerdo, mucha es la diligencia de sus quehaceres. El ánimo de los casabindeños va en aumento a medida que se acerca el 15 de agosto. 

   Desde las vísperas suenan las campanas y revientan bombas anunciando la próxima alegría. En la noche se cantan las Vísperas y después, en la puerta de la Iglesia, canto se hizo en el Novenario, aunque con más solemnidad, se bailará el Suri, y los Caballitos, si se encuentran quiénes lo saben danzar. Al repique de las campanas, al reventar de las bombas se agregan los fuegos artificiales. Y es tal la alegría interior que los fieles se queden en la puerta de la Iglesia viendo adorar, danzar al compás de los tambores y las cornetas, a pesar del intenso frío reinante en la puna por esa época de invierno.
   Las campanas, las bombas y el bombo anuncian, a la madrugada del día 15, la fiesta esperada. Desde el alba la iglesia está llena de fieles para la primera misa de comunión, ya que el pueblo ha aumentado considerablemente al llegar más gente la noche anterior y a la madrugada. Impresiona la seriedad de grandes y chicos. Sólo la presencia de algún perro agitará, por momentos, la quietud y el silencio de la oración.
   Terminada la misa, la procesión dará vuelta a la "plaza de toros", deteniéndose en las "posas" para incensar las imágenes.
   La misa solemne empieza tarde, cuando se cree que las cosas están preparadas y los hombres, sobre todo las autoridades invitadas, están presentes.
   Se repiten las escenas de la misa anterior. Y luego se realiza la procesión. Los fieles se muestran voluntarios para lo que sea necesario.

   La variedad de los colores cálidos de los vestidos y ponchos, de los arcos de las andas y de los arreglos de las imágenes, rompe la monotonía del rojizo dominante en el paisaje y del color tierra de la escenografía edilicia.

  La procesión recorre las calles del pueblo. Se detienen en cuatro esquinas. Se inciensan las imágenes. Al llegar al templo, se las coloca en su lugar preferencial y los bailarines, en  la puerta, hacen "su adoración". Mientras tanto, y como en toda la procesión, se tocan las campanas, revientan bombas y lo música de los bombos, cañas y sicuris siguen con su aporte musical acompañando a "los Zuris"  que "adoran" incansablemente. 

  Solamente el mediodía pone una pausa en la intensidad de la fiesta casabideña, ya que, después del almuerzo, se sigue festejando. Y así se llega a  las Corridas de Toros. Desde ese momento, Casabindo vive pendiente del toreo que se ha de realizar frente a la Iglesia, en "la plaza de toros" y con la imagen de la Virgen en la puerta, como bella espectadora divina, porque para los toreros será ofrenda y oración su torear. Desde ese momento comenzará lo imprevisto, pero espontáneo y sincero.
  Cualquiera será torero para cualquier torito. Se necesita únicamente una dosis de valor y agilidad. El secreto del éxito consiste en que al torero saque de entre los cuernos del animal una cinta roja con monedas de plata antigua que lleva atada a los mismos.
  Es la misma cinta roja a los pies de la imagen de la Santísima  Virgen. 

  Se torearán  varios toritos. Y al terminar la corrida terminará la fiesta. Algunos rezagados  quedarán festejando hasta el amanecer del día siguiente. La imagen de la Virgen será colocada en su nicho y Casabindo volverá a su ocio y a su soledad.
  Sólo para el año cabal el pueblito ha de animarse nuevamente, cuando al correr de los días  y los meses, llegue otra voz el 15 de agosto, y con él la fiesta del pueblo: la Asunción de la Virgen María. (*)

(*) Fuente:  Olga Autenchlus Maier, "Casabindo", incluido en Félix Coluccio, "Fiesta de Casabindo", en Fiestas y celebraciones de la República Argentina, Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, pp. 94-96. 

 

 

 

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