EL
ARTE VISIONARIO DE XUL SOLAR
Por Esteban Ierardo
Mestizo de avión y gente. 1936 |
Vuelvilla. 1936. Acuarela
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Xul
Solar es un nombre que habla de una poder: el poder creador. Un nombre aún
no suficientemente reconocido. Xul perteneció a la estirpe más extraña
y restringida de los creadores: la del artista visionario. Para Xul, el
universo, lo real, no es la sucesión de los hechos, el abanico desplegado
de los seres y de las formas. En su nervadura más sutil, lo real es
torrente constante de visiones. Lo real es la suma de los veloces aleteos
del colibrí. Sólo aquellos movimientos de las alas de la ligera ave
danzarina son lo real. Ese movimiento sólo puede ser recuperado,
conservado, a través de una visión. Xul vio los aleteos del colibrí
invisible. ¿Acaso desde allí proceden las visiones que pueblan su obra?
Xul nació en la provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1887. Abandonó
el mundo humano en 1963. En 1912 subió a un barco que lo debería llevar
hasta Hong Kong. El destino torció el timón de la nave y lo condujo
hasta Londres. Allí inicia una peregrinación por distintas ciudades
europeas que concluyen en 1924 cuando regresa a la Argentina. En una
librería de Turín halló un ejemplar del almanaque del Der Blauer Reiter,
el jinete Azul. Allí relumbraban las imágenes pictóricas del
expresionismo, el más importante movimiento pictórico de la primera
mitad de este siglo. A este movimiento pertenecieron Kandinsky, Marc, y
Klee. Para los expresionistas, la pintura es el anhelo de lo remoto, un
hacer visible lo invisible, un expresar una necesidad interior. Lo real
palpita replegado, oculto, en el corazón interior, intangible, de las
cosas. Por eso, para pintar lo que es la realidad hay que hurgar en la
propia intimidad, y liberarse del afuera, de la representación del mundo
tal cual parecer ser.
Plurentes 1949. Acuarela
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Celdas difíciles.1948. |
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Drago. 1927
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Pan árbol. 1954.
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Retrato de gitana.
Acuarela
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El pintor debe traer, convocar la realidad lejana
mediante símbolos y formas extrañas y vivaces combinaciones de colores.
Igual que para los expresionistas y para el pintor uruguayo Joaquín
Torres García, para Xul el mundo es misterio que se descifra, si quiera
parcialmente, a través de la imagen simbólica mítica, onírica. De ahí
el amor de Xul por la historia de las religiones, los mitos antiguos, la
filosofía hermética y el simbolismo astrológico y cabalístico. Los símbolos
que imperan en las pinturas de Xul son dragones, banderas, serpientes,
altares, imágenes de tarot, signos astrológicos, esvásticas y
escaleras. Xul adepto al esoterismo, compartió esas inquietudes en muchas
ocasiones con su gran amigo: Jorge Luis Borges. Coincidencias de dos espíritus
devotos de lo fantástico. Varias tardes el escritor y el pintor se
reunieron en una casa de Buenos Aires, ubicada en Laprida 1212.
Actualmente allí existe el Museo Xul Solar. Allí aún perdura una de las
mejores bibliotecas que el creador de Ficciones halla visto. Cerca de
aquella biblioteca de volúmenes en varios idiomas sobre los saberes de
Oriente y Occidente, Xul y Borges se abocaban a una gozosa y compartida
lectura de Swedenborg y Blake, otros místicos como el habitante de la
casa de la calle Laprida. Ni bien regresó a Buenos Aires, Xul se integró
a la vanguardia de la revista Martín Fierro, donde también palpitaron
Macedonio Fernández, Borges y Girondo. Hombres todos
nutridos por las musas de la literatura. En otro importante creador
literario de la Argentina, en Leopoldo Marechal, Xul causó una candente
impresión. En la excelsa obra de Marechal, en Adán Buenos Ayres, en su séptima
parte, se narra el descenso al infierno iniciado en Saavedra, un barrio de
Buenos Aires. El narrador y el astrólogo Schultze iniciaron su incursión
en Cacodelphia, la ciudad de la tribulación y el sufrimiento, contraparte
de Calidelphia, la ciudad celestial. El astrólogo Schultze es al mismo
tiempo Xul Solar, nuestro pintor visionario. El genio de Xul no sólo se
expresó mediante la pintura. Liberó también su pulsión inventiva a
través de un panajedrez; una panlengua; una recreación del español, el
neocriollismo; un tipo de teatro de títeres para adultos. El
panajedrez, panjuego, o ajedrez criollo, se diferencia del ajedrez convencional por su
cantidad de casillas. Posee 13 en lugar de las ochos habituales. La
cantidad de piezas son 60, en lugar de 32, con 30 correspondientes a cada
jugador. Las casillas se correlacionan con el tiempo...y las
constelaciones y signos zodiacales. La partida se comenzaba fuera del
tablero. La anotación de las jugadas puede generar palabras, motivos
musicales y pictóricos. El juego así no sólo admite las combinaciones
de movimientos sin fin. También permite estimular la creación musical y
pictórica. Xul solar convirtió su existencia en irradiación
creadora. Xul (luz) Solar. Pero su luz no es la claridad que deja ver los
objetos, los seres y realidades ya existentes. Su luz intensa es un lápiz
de punta ígnea que traza en el espacio nuevas formas de creación. Las
visiones que muestran el colibrí secreto, que vuela y vive dentro de un
cielo sutil, secreto, donde el realismo se pinta con los colores y formas
de la fantasía.
Casi plantas. 1946. Tempera.
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