JOHN CAGE
Promotor
de la conciencia revolucionaria
Por Richard
Kostelanetz
John
Cage
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John
Cage fue uno de los promotores del espíritu de vanguardia en
América de Norte. Su influencia trascendió las fronteras de
Estados Unidos. La huella de Cage se propagó y estimuló en el arte
occidental la exploración de nuevas formas de sensibilidad.
Influenciado por Varese, Ives, y el budismo zen, Cage derrumbó los
límites habituales de la experiencia musical. La música suele
relacionarse con la audición de la llamada música clásica culta o
la diversidad de los estilos musicales. Pero la música es
esencialmente combinación de sonidos. Pero la primacía de la forma
compositiva trasciende la matriz sonora, material y vibratoria que
bulle como primer elemento de toda composición musical. Cage, como
el zen y el arte de los sonidos del futurista Luigi Rusuolo, valoró
la trascendencia esencial de cada sonido singular. La música no se
restringe a los sonidos irradiados por la variedad de los
instrumentos musicales. Cada sonido que espontáneamente nace en las
corrientes vibratorias de la naturaleza o en la vida urbana es parte
de una música generalmente no percibida. Para transmitir ese estado
de percepción, Cage apeló a nuevas formas de composición nutridas
por el azar y la espontaneidad, o la inclusión de la presencia del
silencio.
En el texto olvidado que sigue a continuación, se destacan los
principales aspectos de la agitación vanguardista de Cage cuyo
efecto siempre osciló entre una paralizante perplejidad, el asombro
entusiasmado y algo acrítico o la repulsa de mentalidades
ásperamente conservadoras. El impacto que Cage deseaba provocar no
se vinculada con ninguna de esas reacciones, sino con una genuina
transformación o apertura de la sensibilidad hacia la misteriosa y
siempre creadora música que brota de los labios de cada pequeño
sitio del mundo.
Esteban
Ierardo
JOHN
CAGE
Promotor
de la conciencia revolucionaria
Por Richard
Kostelanetz
Aun
cuando su obra es tan profundamente audaz que las controversias
sobre ella probablemente nunca tengan fin, muy pocos negarían
que John Cage está entre las mentes revolucionarias más influyentes
de nuestra época. En el núcleo de su originalidad se encuentra
su continua predisposición para asumir posiciones no
solamente con mucha anticipación respecto de la práctica artística
establecida, sino también más allá de
los esfuerzos más imaginativos de la mayoría
de los que se consideran "la vanguardia" dentro
de una actividad dada. Durante treinta años Cage ha trabajado
en las fronteras de la música y el arte moderno; cada
una de las fases de su carrera ha obtenido un apoyo cada vez
más amplio y gran número de epígonos.
Por su cuenta Cage ha seguido avanzando, internándose
cada vez más en territorio desconocido, más
lejos de lo que cualquiera de sus seguidores fervientes se
atrevería a ir. "Me gusta pensar que estoy fuera
del círculo de un universo conocido, y manejando cosas
respecto de las cuales no sé absolutamente nada".
Todo
lo que podamos decir de Cage será la descripción
de una aventura revolucionaria; su música, sus ideas
estéticas, su comportamiento personal, sus afirmaciones
críticas, todas son indudablemente inventivas.
"Oh, sí, soy un devoto del principio de la originalidad
-dijo una vez a un cronista periodístico- pero no originalidad
en el sentido egoísta, sino en el sentido de hacer
algo que es necesario materializar. Es evidente que las cosas
que deben realizarse no son las que la gente ha logrado, sino
precisamente las que nunca se han hecho antes. Si ya he concretado
algo, considero que mi responsabilidad es no volver a repetir
lo mismo, sino descubrir cuál será mi próximo
paso". Nadie aparte de él se atrevería
a confiar a la letra impresa aforismos tales como: "No
tengo nada que decir, y lo estoy diciendo, y esto es poesía".
O: "El arte no es algo que haga una sola persona, sino
un proceso puesto en movimiento por muchos". Las más
importantes composiciones musicales de Cage están concebidas
como una negación total de sus deseos intencionales
(aunque no de manera tan absoluta como él mismo quisiera
a veces que fuese); y no solamente cada una de estas piezas
está llena de una pasmosa diversidad de sonidos desconectados,
casuales, atonales, sino que también sus principales
dimensiones musicales -amplitud (volumen), duración,
timbre y registro- son tan indeterminadas, o estructuralmente
abiertas, como lo es la duración total de cada trozo
completo.
Esta "música indeterminada", como prefiere
llamarla el mismo Cage, es el resultado de una evolución
estética que, como todas sus ideas en este campo, es
altamente lógica y ligeramente absurda. En la historia
musical Cage desciende de esa excéntrica tradición
moderna que abandonó los principios tonales del siglo
XIX, y además introdujo ruidos naturales como parte
integrante de sus composiciones, junto a los sonidos que producen
los instrumentos musicales propiamente dichos. En este sentido
Cage continuamente reconoce al músico Frances Edgar
Varese, y aun antes de éste a Charles Ives, como los
progenitores de las tendencias revolucionarias que él
siguió después. Esta tradición podría
caracterizarse como la del lenguaje caótico de la música
contemporánea, distinguiéndola así de
la corriente más articulada- Copland, Britten y Stravinsky
(en su periodo intermedio), o de la del lenguaje serial, que
fue iniciada por Arnold Schoenberg y propagada por Anton Webern,
Milton Babbit y, durante la última década, por
el mismo Stravisnsky.
Sus primeras obras, que datan de mediados de la década
de 1930, manifiestan un extraordinario talento para las construcciones
rítmicas complicadas, principios de organización
inventivos- como el sistema de veinticinco tonos- y una incipiente
experimentación con el sonido distorsionado de algunos
instrumentos, como por ejemplo el que surge al sumergir un
gong en el agua. En 1937 también escribió su
pavorosamente profética especulación: "Creo
que el uso de ruidos en la composición musical irá
en aumento hasta que lleguemos a una música producida
mediante instrumentos eléctricos, que pondrá
a la disposición de la música cualquier sonido
y todos los sonidos que el oído pueda percibir. Se
exploran los medios fotoeléctricos, el filme y diversas
mecanismos para la producción de música".
En 1942, en Imaginary Landscape N 3, según su
amigo Peter Yates, "combinó la percusión
con instrumentos eléctricos y mecánicos, osciladores
de audifrecuencias, platos para discos con velocidad variable,
registros electrónicos de frecuencia variable (mediante
un aparato que la compañía telefónica usaba
en aquel entonces para probar las líneas) y un generador
de gemidos y zumbidos".
Durante los últimos años de la década del treinta
Cage inventó el "piano preparado", innovación
que llamó la atención del público sobre
su obra. Este "piano preparado" consistía en el
instrumento convencional arreglado con tornillos, bulones,
tuercas y pedazos de goma que, agregados al encordado, lo
dotaban de una gama totalmente nueva de posibilidades sonoras.
La primera pieza famosa para su instrumento "arreglado"
fue Amores (1943), que ha sido registrada en el disco
y parece muy simplista y algo convencional. Quizá la
obra más ambiciosa entre las que compuso para el piano
preparado en su Sonatas and Interludes (1946-1948),
una suite que dura 69 minutos, y que ha sido reeditada en
el disco recientemente. En aquella época la obra parecía
revolucionaria pero hoy evoca un aire sospechosamente similar
al de las piezas para piano normal que Erik Satie compuso
varias décadas antes de Cage.
...A
veces, Cage enumeraba las posibilidades que planteaba una situación
de composición, y dejaba que el azar decidiera cuál
sería la que se elegiría al ejecutar. Otra veces
escogía notas mediante el siguiente procedimiento: primero
marcaba las diferentes imperfecciones que podían percibirse
en una hoja de papel (agujeros, manchas, decoloraciones, etc.)
después colocaba una hoja trasparente encima de la que había
marcado, sobre la que calcaba las marcas. Por último,
estas marcas eran trasladas a un pentagrama, y se transformaban
en las notas de su composición.
Siempre
se opuso a la atmósfera expresionista que en general
caracterizaba a las composiciones más conocidas, porque
deseaba "producir una música que esté libre
de toda memoria e imaginación". En una etapa más
avanzada de esta forma casual de componer música que
adoptó como su estilo, Cage trabajaba con una gran hoja
de papel para planos (milimetrado), donde el ejecutante podía
establecer su propia media vertical (que corresponde al tono
y horizontal (duración). A veces emplea un complicado
procedimiento que consiste en tirar los dados y revolear monedas,
extraído del I ching, o Libro de los Cambios, uno de los escritos
más antiguos de filosofía china.
El problema con la mayoría de sus piezas anteriores a
1952, fecha que vista en retrospectiva parece ser uno de los
momentos definitivos en la producción de Cage, es que
una partitura fija producía después de varias
ejecuciones sucesivas, aproximadamente los mismos resultados,
y aun el collage de cintas magnetofónicas grabadas, compuesto
según las reglas del azar.William Mix (1952),
quizá sea la obra auditiva más intrincada de todas
las que produjo Cage, se ofrece al mundo en una única
forma fija. Siguiendo la lógica de sus pasos previos,
Cage siguió avanzando en el camino que haría de
sus creaciones futuras obras musicales aun más indeterminadas,
tanto en la concepción como en la ejecución, de
tal manera que cada ejecución de sus obras produjera
resultados totalmente diversos. En Winter music (1957)
la partitura consiste en racimos de notas colocadas en espacios
irregulares a lo largo de unas veinte páginas de papel
pentagramado, y éstas "puede usarlas un pianista,
en su totalidad o en parte, o pueden ser compartidas por dos
o por veinte ejecutantes, para producir un programa cuya extensión
haya sido determinada de antemano por acuerdo mutuo entre el
público y los intérpretes o el interprete. Las
instrucciones siguen diciendo: "La notación espacial
puede ser interpretada temporalmente...las resonancias, tanto
de los agregados como de las notas individuales, son libres
en lo que respecta a su duración...la dinámica
es libre..". Todas las dimensiones tradicionales de la
música son libres, libres, libres.
Quizá
la pieza más revolucionario del opus compuesto por Cage
es 4'33 (que se pronuncia "cuarto minutos y treinta
tres segundos"), en la cual el muy conocido pianista David
Tudor se sienta en silencio frente al piano (lo único
que hace es mover silenciosamente las manos, tres veces) durante
cuatro minutos y treinta tres segundos exactos. En la superficie
esto, por supuesto, no es música; pero precisamente porque
la presencia de David Tudor y el público de concierto
hacen esperar que se trate de una situación en la que
ha de escucharse música, la única deducción
que cabe hacer es que la "música" consiste
en todos los sonidos que hay en el salón durante el tiempo
que dura la "pieza". Como algunos, si no todos los
sonidos accidentales que se producen durante la "ejecución"
de esta obra, provienen del público, éste debe
contarse entre los músicos ejecutantes; y como "silencio"
significa la ausencia de sonidos intencionales. Cage ha bautizado
este tipo de composición como "música no-intencional".
4'33''
no solamente ha contribuido a la historia musical, llevando
a sus consecuencia lógicas las tradiciones más
caóticas, sino que debe contarse entre las muy pocas
composiciones modernas que son más importante por la
idea artística muy poco común que involucran,
que por la experiencia explícita que ofrecen; porque
como un truco investido de significado, esta pieza, así
como el mismo Cage, sugiere que todos los sonidos, en cualquier
combinación que se den, son componentes justificables
de la música -una actitud que según Cage data
de Claude Debussy y los orígenes del modernismo- y también
que los sonidos no-intencionales, sin que deba entrar en consideración
su calidad, son tan válidos, musicalmente hablando, como
aquellos que se producen intencionalmente. Casi todas las obras
de Cage desde 4'33'' han sido compuestas del tal manera
que incluyen sonidos no-intencionales, aquellos que se "encuentran"
en el campo auditivo del oyente; pero el último significado
de 4'33'' es que en el arte todo es posible, incluyendo
(y aquí es donde se da el salto revolucionario) la nada.
"No tengo nada que decir, y lo estoy diciendo, y eso es
poesía".
... El acto de experimentar 4'33'' prepara al oyente
para la percepción sin precedentes de toda la música
contenida en su entorno. "Si quiere saber la verdad",
me dijo Cage una vez, con un guiño que era mezcla de entusiasmo
e ironía, "la música que prefiero, aun más
que la mía o cualquiera otra compuesta por alguien, es
la que escuchamos cuando nos quedamos callados". Aceptando
las consecuencias de sus acciones, Cage deduce que el arte más
agradable no es el que reproduce la vida, sino la vida misma.
En otras palabras, 4'33'' no es una obra de arte sino
una declaración respecto del significado de la experiencia
estética, y como tal ilustra la observación del
historiador del arte George Kubler en The Shape of Time
(1962), "la obra de muchos artistas a menudo está
más cerca de la especulación filosófica
que muchos de los escritos sobre estética".
Continuando
con sus razonamientos, Cage admite que intelectualmente se autoprogramó
para dejar de ser "compositor" musical; pero sigue
creando, sin embargo, composiciones indeterminadas, en parte
para exponer a los oyentes a la naturaleza auditivamente caótica
del entorno, pero principalmente en cumplimiento de una promesa
que, según su propia confesión, habría
hecho a Arnold Schoenberg: dedicar toda su vida a la música,
a cambio de las lecciones gratuitas del maestro. Cage también
recibe del filósofo hindú Ananda K, Coomaraswamy
el sugestivo principio de que "el arte imita a la naturaleza
en su modo de operación". El resultado es un arte
auditivo escrupulosamente discontinuo, sin clímax, resoluciones,
ritmos regulares, tonalidad coherente, concurrencias auditivas,
principio o fin -tan casual y al azar como la vida misma-. "Cada
sonido se oye por lo que vale", escribe el crítico
Hill Honston, "y su valor no depende del lugar que ocupa
dentro de un sistema de sonidos". Imaginary Landscape
N 4 es una composición para doce radios y veinticuatro
ejecutantes (uno para el dial receptor de estaciones de la radio,
el otro para el control del volumen, y así en las doce
radios), y aun cuando Cage ofrece a sus ejecutantes una partitura
que él ha preparado, lo suficientemente indeterminada,
evidentemente no tiene control alguno sobre los ruidos o sonidos
que las radios producirán, o si funcionarán del
todo como instrumentos generadores de sonido. Lo menos que puede
decirse de Cage es que, tal como lo afirmó Peter Yates:
"ha emancipado la música de las notas".
...En
1940 Cage asistió a las conferencias sobre religión
oriental que D. T. Suzuki dictaba en la Universidad de Columbia;
desde entonces se considera un devoto del budismo zen (recuerda
que cuando le contó a su madre que había recibido
una invitación para dictar clases en la Universidad Wesleyiana
-una institución metodista. Ella le contestó,
"¡ pero esa gente no sabe que tú eres budista zen!".
Una de las postulaciones del zen que Cage encuentra totalmente
acorde con sus propias ideas es que debemos aceptar la totalidad
de nuestra realidad perceptual: la música que nos rodea
todo el tiempo, por ejemplo. "Abrimos nuestros ojos y oídos
cada día para contemplar la vida, en toda su hermosura".
Tal actitud, admite, debiera negar por completo la existencia
de gustos discriminatorios y la expresión de juicios
evaluativos. Pero así como no ha dedicado su carrera
musical a ejecutar indefinidamente su obra 4'33'', nunca
ha sido capaz de deshacerse de la capacidad crítica que
adquirió mientras aprendía música en su
juventud.
Aun
cuando Cage continua componiendo nuevas piezas todos los años,
y considera válidas sus obras originales de música
aleatoria (menos la brillante William Mix, por ser un
collage de cintas grabadas de forma fija), sabe que cada vez
sus pasiones son más variadas. Durante la década
del cincuenta se interesa bastante en el cultivo de hongos,
coleccionado diversas especies y acumulando una enorme biblioteca
de literatura sobre el tema. "En ciertas oportunidad pensé
que me gustaría llegar a ser botánico, porque
me imaginaba que en ese campo no habría, como en la música,
una constante batalla por el poder, el prestigio o la mera supervivencia.
Pero he descubierto que tampoco la botánica se libra
de esa atmósfera". Durante un periodo de 1960 se
dedicó a proveer de distintos tipos de hongos al
restaurante
neoyorquino más lujoso. En 1962 fue miembro fundador
de la junta directiva de la Sociedad Micológica de Nueva
York. En una explicación digna del zen, una vez afirmó
que la relación entre sus dos principales intereses,
tan dispares, se debe a que las palabras que corresponde a música
(music) y hongo (mushroom) son vecinas en el diccionario. Continuando
su interés juvenil por la pintura, Cage dibuja intrincadas partituras,
que ejecuta de manera verdaderamente exquisita, y que exhibió
en 1958, en la Stable Gallery de Nueva York."Las nota según
un sistema muy complejo de numerosas notas, letras y formaciones
geométricas", escribió Fore Ashton, que en
aquel entonces era crítico de arte de The New York TImes,
"y cada página posee una belleza caligráfica
que la convierte en un valor estético por sí mismo,
independientemente de la función que pueden cumplir como
partituras musicales". Recientemente Cage ha compilado
un libro con distintas formas de notaciones musicales modernas
-una antología de manuscritos de los principales composiciones
contemporáneos- en parte en beneficio de la Contemporary
Performance Arts, una fundación que ayudó
a establecer.
Más recientemente aún, Cage se ha convertido en
devoto seguidor y propagandista de una forma muy excéntrica
de pensamiento social revolucionario. Durante mucho tiempo fue
anarquista, en el sentido más estricto del término...
En general la idea de Cage consiste en esperar el momento en
que la tecnología logre un sistema social de incontrolada
abundancia, el cual proporcionará a todos los ciudadanos
de los Estados Unidos, un ingreso anual garantido, fueren estos
capaces o no de trabajar. Tal revolución económica,
es su convicción, requerirá otras revoluciones
paralelas, en el orden social y psicológico, convirtiendo
el juego, antes que el trabajo, en el motivo dominante de toda
la actividad humana. Por eso considera que la composición
indeterminada o al azar, o las happenings, que se acercaran
más a la actitud del juego inspirado que a la del trabajo,
son heraldos de una nueva era. Las cosas que Cage ha escrito
más recientemente son exploraciones interdisciplinarias,
así como sus composiciones más recientes son piezas
de factura y ejecución multimedios.
La
actual eminencia de Cage emana menos de sus obras artísticas,
que aun sus seguidores más devotos a veces encuentran
cansadoras, que del impacto de la convicción de sus ideas
y de la amistad que cultiva con centenares de actores, músicos,
artistas, pintores y escultores, directores de teatro, críticos
y coreógrafos. No hay otra figura en el arte norteamericano
que haya tenido una influencia mayor sobre tantas mentes creativas
del más alto nivel. Nadie ha sido tan empecinado como
Cage en lograr la liberación total del arte contemporáneo,
desatando las cadenas y volteando las barreras innecesarias.
No solamente en las conferencias ocasionales que solía
pronunciar ante un grupo de expresionistas abstractos, allá
por 1950, sino también gracias a su amistad personal
con Jasper Johns y Robert Rauschenberg, Cage ha sido la influencia
determinante en muchas de las tendencias de la pintura contemporánea,
incluyendo la mezcla de medios con que un Rauschenberg crea
sus combinaciones, o que constituye la justificación
teórica por detrás de la pintura y la escultura
"mínima", así como la más elegante
representación de las imágenes populares. "La
atmósfera que respalda al arte pop- escribe la crítica
de arte Barbara Rose- fue generada principalmente por el compositor
John Cage". (*)
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Imagen
del célebre "piano preparado" de John Cage
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(*)
Fuente: Richard Kostelanetz,
"John Cage, promotor de la conciencia revolucionaria", en Usa:
revolución cultural?, Buenos Aires, 1972, Rodolfo Alonso
Editor.
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